miércoles, 28 de marzo de 2012

Sinsentido, la ballena y su primera resurrección.

Benigno roncaba, vaya si roncaba. Pase la noche deleitándome con su estruendosa presencia sonora, ahora inspiro rrrrrrrrrrrroooommm, ahora expiro fuiiiiiiiiiiiiiiiiii. Antes de amanecer mis antenas decidieron que aquello era suficiente y me instaron irritadas a salir de la cueva.
Me dirigí rodando hacia la playa mas cercana, el sonido rítmico del mar sanaba siempre la indigestión de  sonidos, así que convertido en ligera  pelota de goma, me pareció apropiado para descender, llegue hasta el pueblo y tras sufrir varios atropellos intentando cruzar la carretera, recuperé la forma humana para continuar a pie.
Me gustaba contemplar esa bola roja que cada día se hacía presente sobre el horizonte, como ascendía y se iluminaba a su vez, cual si devorara partículas brillantes para abrirse paso. Y me gustaba el mar, en el resucité por primera vez. Una ballena condescendiente con mi estado limbotico, decidió tragarme con la sana idea de acurrucarme en su estomago... y surtió efecto, un arrumaco tras otro, las paredes tibias de su barriga consiguieron despertarme de nuevo.
No, no hubo sorpresa. En el limbo te preparas para resucitar. Y si, era yo mismo, el mismo que cayo al mar un tiempo antes. Y digo tiempo, porque todavía no se muy bien como se cuenta aquí. En Comoquiera no pasa, y como no pasa no cuenta.
Cuando el cetáceo comprendió que yo ya respiraba, eso si bajo el agua. Decidió dar por terminada mi estancia en su interior y me invito cortesmente a salir,  abriéndome paso entre una cortina de plancton conseguí acceder al exterior. La despedida fue emotiva, ella debía dirigirse hacia mares helados y pensó bien que en mi estado de recién llegado, me convendría mas un mar tipo Mediterráneo, me indico la corriente que me llevaría hacia un estrecho y peligroso paso donde el Océano calmaba sus aguas... y así fue.
Un día estaba yo de deliciosa charla con una bandada de sardinas, que aunque numerosas no se interrumpían nunca, cuando las del fondo, cosa extraña, empezaron a empujar hacia nosotros. Aunque no cesaban de disculparse e intentaban en vano cederme el paso, cada vez estábamos mas apretados. Una enorme red tiraba de la bandada hacia arriba,.Y allí que nos vimos de repente izadas hasta salir del agua y golpeadas al caer con fuerza sobre lo que luego supe, era la cubierta de un pesquero.
Las sardinas continuaron disculpándose entre ellas y conmigo por el apretujón, hasta darse cuenta que sus intentos por comunicarse eran baldíos en esa nueva atmósfera. Dedicaron todos sus esfuerzos entonces a respirar, pero el medio no acompañaba, disponían sus bocas en forma de "u", o quizás de "o", intentando aspirar, pero fue inútil, mejor no cuento, es doloroso.
Y yo también claro, lo de respirar aíre no me dio tiempo a aprenderlo... y de nuevo. El limbo.

lunes, 26 de marzo de 2012

miércoles, 21 de marzo de 2012

Benigno.

De repente la noche hizo presencia, habían pasado la tarde mirando el horizonte sin articular mas sonidos que algún eructo con olor a pasto o mortadela según fuera el caso. Benigno se levanto parsimonioso estirando casi manualmente sus articulaciones.
- Debería irme ya.
-¿Te esperan?.
- No
- Me gusta llegar pronto a la cueva, no vaya a ser que se me instale otro inquilino.
- ¿ No vas a cenar?.
- No tengo hambre, ademas para eso tendría que pasar por casa de mi nuera, no es por ella, es por el baño al que me obliga. Mañana sera otro día.
-¿Te acompaño?.
Se lo pensó dos veces, dejar que ese loco conociera su dormitorio... que narices.
Caminaron un buen trecho entre campos de frutales a punto de florecer, atravesaron un pequeño camino entre dos paredes rocosas hasta aparecer en un minúsculo y escondido valle.
Cruzaron una riera y ascendieron  hacia una de las paredes donde se ubicaba una cabaña de piedra, su cueva.
-¿Vives aquí?.
- Pues claro
- No hay nada.
- Así no me roban.
- Extraño.
- ¿El que?.
- Pues eso. Aquí todo el mundo parece necesitado de acumular cosas.
- No creas, tengo un par de colchones... y uno no te irá mal...¿creo?.
- Habrá que probarlo.
Dicho y hecho, desenrollaron las dos esterillas a las que Benigno llamaba colchones y se tumbaron de frente a la obertura desde la que podían contemplar el paisaje, o vigilar la entrada, según se mire.
- Yo también tenía cosas.
- uhnmm.
- No muchas. Un pisito, coche, la tele, los muebles. Y no tuve mas porque no me apetecía gastar lo que no ganaba, todo parecía de regalo. No se preocupe, ya lo pagará... decían.
- ¿Y?.
- Lo de siempre, malos tiempos, poco trabajo, letras por pagar, miedo.
- ¿Miedo?
- Si, miedo a perderlo, uno se vuelve conservador y si no conservas. Así que una mañana tuve una idea brillante, aquí donde me ves. Decidí dárselo todo a mi hijo, o a mi nuera, según se mire. Ella desconfío al principio, no lo entendía, pero le pudo el pisito, mas grande que el suyo y casi pagado. Naturalmente me dijo que podía pasarme a comer cuando quisiera. Y eso hago.
- ¿ Y el miedo?.
- Yo lo dejé allí. Si lo cogieron o no....
- En Comoquiera hay muchas cuevas. Te gustaría.
-¿Los marcianos roncan?.

domingo, 18 de marzo de 2012

¿Sinsentido?.

Mientras masticaba tranquilamente el bocata de mortadela que cada día le preparaba su nuera. Benigno se preguntaba si su nuevo amigo no sería realmente un extraterrestre del planeta Comoquiera, o si mas bien se  había escapado de algún manicomio cercano. Viéndolo devorar el césped tendía a inclinarse más por lo segundo, no cabía duda. Pero lo tenía distraído, hacia tiempo que nadie se sentaba un rato con él.
Cuando su marciano dijo que tenía hambre, quiso ofrecerle sin remilgos su monótono bocadillo, pero este lo rechazó dirigiendo sus pasos hacia el chalet mas próximo por fortuna deshabitado,  todavía en vísperas de semana santa. Salto la valla casi sin esfuerzo, como si lo de la gravedad no fuera con él y se acerco hasta la piscina rodeada de hierba húmeda y de un color verde inmaculado. Sentado sobre él poyete sobre el que nacía la valla, Benigno observaba a su amigo que cual moderno Atila, desforestaba sin piedad el jardín de la piscina, a su paso las calvas sobre el césped se extendían mas allá del horizonte, valga la licencia poética.
Un sonoro eructo lo saco de su ensimismamiento, el amigo se revolcaba feliz sobre la tierra resultante de su desaguisado, se incorporo sonriente y de nuevo de un salto se planto a su lado.
Por un momento Benigno se imagino a Bermudez, el dueño del chalet, aparcando su descapotable al borde de la piscina desforestada y no pudo por menos que sonreír.
- Por cierto, no me has dicho tu nombre.
- No tengo, ya te dije que la manía de apellidarlo todo era cosa vuestra. ¿Donde vamos?.
- Volvamos a la playa, hace solecito y se agradece, ahora salen las barcas a pescar.
- Y los peces. ¿Que dicen al respecto?.
- Los peces no hablan.
- Aquí todo el mundo habla.
- Pues esa hierba que te has comido parecía mas bien muda.
- Ahora no te entiendo.
- Sinsentido.
- ¿Que?.
- Te llamare Sinsentido, ya esta.
Se acercaron hasta el paseo y se sentaron a dejar pasar la tarde con el sol calentándoles la espalda mientras veían las barcas salir.


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sábado, 17 de marzo de 2012

La inclinación del agua.

Inclinada a correr, a extenderse, a jugar, a estar ahora y luego irse, a filtrarse y desaparecer. Lo normal, es no dejar que el agua se estanque. Desalojar el pantano y volverlo a llenar, eso si de agua nueva, la de ahora es vieja... y ya huele.

jueves, 15 de marzo de 2012

Sinsentidos.

- El hecho de venir de Marte, o como quiera que se llame ese planeta tuyo, no te hace mas inteligente.
- No tiene nombre.
- ¿El que?.
- Mi planeta como quiera...
- ¿Porqué?.
- Sois vosotros los que ponéis un nombre a las cosas. El mio aún no lo habéis descubierto, luego no tiene nombre.
- Comoquiera.
- ¿El que?.
- Tu planeta, ya tiene nombre. Pongamos que te creo, recién llegado del planeta Comoquiera y sentado en esta playa con un espécimen vulgar, osea yo.
- Tu no eres un espécimen vulgar, o si, no se.
- Vulgar o no aquí estamos. ¿Vienes a invadirnos?, ¿Eres una avanzadilla de una legión de naves alienígenas?. ¿Queréis robarnos el conocimiento?.
- El conocimiento ya te digo yo que no y de lo otro tampoco. Lo de estar aquí es una mala casualidad que me temo va para largo. El caso es que me toca adaptarme.
- Hablas divinamente.
- Eso es fácil. Lo de respirar me costo mas, tuve que resucitar tres veces, una faena.
- Me pierdo.
- Yo ya no, como vengo de lejos me oriento muy bien.
- No tiene sentido.
- Si. Es el mar devolviendo parte de la porquería que tiráis en el.
- ¿Adaptarte?.
- Si, ya te cuento, pero luego que ahora tengo hambre.

miércoles, 14 de marzo de 2012

lunes, 12 de marzo de 2012

sábado, 10 de marzo de 2012

Tras la puerta...

Atravesar la puerta cuesta lo suyo. Una vez fuera el viento me golpea con fuerza la cara, un viento fiero que envuelto en arena consigue que a ratos mis ojos se cierren. Me tienta volver a la falsa protección de ese invisible muro, por un momento, calma... la mirada se abre y observa, sonrió. El color de esas nubes me empuja. ¿Sera solo mi imaginación?, si es así, bienvenida sea, bien hallada.
Es cierto, el murmullo constante del aire lo hace silencio, solido, espeso...pero agradable, intimo... es cierto, que lo que veo aquí existe, que lo que hay aquí es cierto.
Abre la puerta y mira.

martes, 6 de marzo de 2012

Tramontana.

El viento capaz de convertir el estruendo... en silencio.

sábado, 3 de marzo de 2012

Ilumina tu parte.

" El mundo esta oscuro, ilumina tu parte ".
Lo leí hoy en los comentarios de un bloggero amigo, me gusto la idea... definición. Es importante, mantener tu luz encendida, si no , solo quedaría aquello de apaga y vamonos. Y no me apetece.

jueves, 1 de marzo de 2012

Ruinas.

Se hace difícil, caminar a oscuras entre las ruinas. Tan solo guiados por una tibia luz de luna creciente, la luz roja de ciudades al fondo como en un deseo de arder y purificarse.
No se hace difícil entenderlo, lo que esta pasando, lo que tiene que pasar. Empujados con fuerza hacia callejones sin salida, solo queda volverse y mirar... sin comprender hasta donde llega su voracidad, que por este camino, entre ruinas, les lleva a devorarse hasta a ellos mismos, cuando no quede nada que llevarse al bolsillo convexo, del que todo cae hacia un pozo sin fondo en el que sus ojos, han dejado de reflejarse.
No  hay miseria mas grande que la de su propia mirada sin espejo que la devuelva.
Solo queda girarse y cambiar, cambiarlo todo.
Si es que hay tiempo.