jueves, 5 de julio de 2012

La partícula puñetera.

O maldita partícula,-Goddamn-, del ingles. Que por degeneración, acabo convertida en la partícula de Dios, -God-.


Parece ser el principio de todo, algo así como la puerta de entrada del laberinto. La partícula fugaz, capaz de aglutinar a las masas.
La intuición humana no deja de ser admirable. Investigamos, aprendemos, descubrimos. Pero sobretodo, previamente intuimos. Deducimos por tanto que todo tiene un principio, por aquello de, de donde venimos que tanto nos pica siempre, investigamos. Y en esas estamos, caminando tranquilamente por la ciudad, rodeados de mas paseantes a nuestro alrededor, vamos a cruzar la calle y la luz roja del semáforo nos detiene. A nuestro lado mas gente se para, y mas, ahora ya somos muchos, la luz centellea, verde. Y ya somos una masa cruzando la calle unidos por una luz fugaz. De ahí a la intuición y al conocimiento.
En realidad tenemos mil ejemplos en la historia de instantes perecederos y sin embargo, capaces de crear verdaderos cataclismos.
¿Porqué a los franceses les dio por tomar la Bastilla?. ¿Porqué comenzó la primera de las guerras mundiales?. ¿La primavera árabe?. De acuerdo que las condiciones previas existían, a veces extendidas en el tiempo, pero si pones los codos sobre la mesa y relees atentamente, descubres siempre un momento fugaz. Un despido, un asesinato, un incinerado, y a partir de ahí...
A partir de ahí esta por investigar, esperemos que la intuición funcione, porque el laberinto es importante, un desliz y te quedas encerrado en cualquier dictocracia casposa.
Las condiciones empiezan a darse, falta quizá ese instante, ese momento fugaz, capaz de enseñarnos la entrada del laberinto y...


Todo empieza.

2 comentarios:

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