lunes, 21 de marzo de 2011

Pausas.

Corría y corría, pero la ola siempre me atrapaba. Despertaba insomne y húmedo, vencido por el movimiento sinuoso del mar en mi cabeza. Un mar que se asemejaba a mil desiertos con sus mil tormentas, silenciosas en la lejanía y estruendosas cuando estaban a punto de llegar a ti. Respiraba un momento, miraba hacia a delante y volvía a correr ya sin fuerza, mis ojos buscaban un atajo que no existía...
Entonces decidí parar, me di la vuelta, mis ojos observaban el horizonte infinito en un momento de calma, la ola arremetía de nuevo a lo lejos... mis pies se movieron, primero uno, luego otro paso, mirando alto hacía adelante... alto. El rumor se hacía evidente, sin parpadeo... mas cerca, un paso... otro... el horizonte. No había tiempo ya ni lo necesitaba, esperaba ese encuentro por fin, no lo sabía antes, pero ahora si... mientras se aproximaba con su halo húmedo adelantándose.
No cerre los ojos, seguí caminando despacio sin la prisa aborrecida de tantas otras veces... y la ola llegó, abriendo mi sonrisa como nunca antes, cediéndome su fuerza sin preguntar siquiera... y la ola pasó.
Me desperté alegre, tiré un momento de las sabanas para vencer al frío pero no hizo falta, ya no estaba... te miré y sonreí de nuevo.

1 comentario:

  1. Un relato onírico que casi es una pesadilla. En cambio, la foto es un fiel reflejo de un sueño plácido. A estas horas, no me conviene ver este tipo de fotos que me entra sueño ya...
    Un saludo.

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